Soy Noemí Martínez Pérez-portada

La Voz de las Costureras, una web de homenaje

La Voz de las Costureras es mi proyecto personal, un diario de homenaje a las costureras de ayer y hoy. Con esta web pretendo poner en valor a las mujeres que han cosido siempre, que han aprendido de sus madres y abuelas, y que transmiten esa sabiduría a las generaciones más jóvenes. En cada uno de los temas que trato hablo de tradición que pasa de madres a hijas, y de la importancia que han tenido esas relaciones familiares para las mujeres y la sociedad.

Para lograr mi objetivo me baso en entrevistas, reportajes, informaciones y relatos sobre el mundo de las labores. Es decir, echo mano de todo lo que he aprendido durante estos últimos 20 años de trabajo como periodista en diversos medios de comunicación. Una trayectoria profesional que me ha llevado a la radio (Mungia Irratia, Santurtzi Irratia), las agencias de noticias (Europa Press) y la prensa escrita (Deia, Periódico de Aragón). He desarrollado labores de redactora y maquetadora, me he formado como fotógrafa y he hecho algún pinito en el terreno del diseño gráfico. Todo este aprendizaje me ha ido dirigiendo a la creación de La Voz de las Costureras, un blog que nace con la vocación de ser un periódico especializado en las labores tradicionales, en el que se trate el oficio desde mi prisma de periodista tejedora.

En La Voz de las Costureras siempre hablo en femenino porque mi bagaje lo es. Esta tradición que honro, nace y se transmite a través de las mujeres de mi familia, tanto materna como paterna. Y sospecho que el mío no es un caso aislado. Intuyo que este ha sido un oficio femenino, una labor en torno a la cual se han reunido las mujeres a lo largo de los siglos, siempre después de atender a sus muchas obligaciones. Siento que la costura es una labor delicada fruto no sólo de la necesidad, sino también del amor. A los hijos, a la familia, al hogar… y a la belleza.

Yo me uno a ese amor por la belleza, la de las personas capaces de hacer hermoso todo lo que tocan; con una sonrisa, con un gesto amable, con un compromiso. Esas gentes capaces de pasar horas tejiendo un mundo más hermoso y más fuerte. Madres, abuelas, hermanas y amigas unidas por una camaradería heredada generación tras generación. Reivindico esa hermandad femenina que ha llevado a nuestras antepasadas a amamantar al bebé de la vecina cuando la fatalidad le negaba la leche. Que ha impulsado a estas fuertes mujeres a criar a sus hijos en comunidad para poder atender largas jornadas de duro trabajo en el campo. Y que les ha llevado, al final del día, a reunirse en torno a una mesa camilla a coser y tejer amigablemente, felices de ver pasar los días en la mutua compañía.

La Voz de las Costureras es mi aportación a la tradición de mi familia. La de la rama materna, navarra, encabezada por Purificación, la abuela de mi madre. La de la rama paterna, zamorana, encabezada por María, mi abuela. Grandes costureras, tejedoras, madres, abuelas, nietas, hijas, lavanderas, labriegas, enfermeras, psicólogas… muchas son las profesiones que las mujeres han ido desarrollando a lo largo de la historia en una sola persona. Muchos trabajos han realizado mis antepasadas, mujeres que me abrieron el camino y me permitieron ser la mujer, madre, compañera y periodista que soy hoy en día.

Con aciertos y desaciertos, como todo en la vida. «Hacer y deshacer, todo es quehacer», le decía mi bisabuela materna a su hija, Martina, y a mi madre, Nieves, cuando alguna labor se les atravesaba. Un refrán antiguo con el que una sabia mujer explicó a sus descendientes que el error es parte del proceso de aprendizaje, que en las equivocaciones reside la sabiduría.

Una frase posiblemente centenaria que seguramente también pronunciaría en alguna ocasión María, mi abuela paterna. Probablemente, diría algo similar después de dejar la azada en un rincón y lavarse bien las manos antes de tomar en brazos al bebé de su vecina, que amamantó sin pensárselo dos veces cuando supo que lo requería. Un refrán, «hacer y deshacer, todo es quehacer», que habrán dicho muchas madres y abuelas a lo largo de la historia. Ellas lo sabían; en el error está la sabiduría.

Solo espero que los errores que cometa en La Voz de las Costureras no quiten brillo a la grandeza de un oficio y una tradición que deseo honrar con todo el amor de mis palabras.

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